El aprendizaje basado en proyectos es una estrategia de enseñanza que se basa en que el alumnado sea el protagonista de su propio aprendizaje.
En esta metodología aprender cosas, o sea, adquirir conceptos y conocimientos, es tan importante como la adquisición de habilidades y actitudes. La idea principal es que los alumnos sepan porque trabajan y para qué, logrando así un aprendizaje con sentido. En el aprendizaje en proyectos, también conocido por las siglas ABP de Aprendizaje Basado en Proyectos, la gamificación y la resolución de retos cobran especial relevancia, ya que permiten que el aprendizaje se logre por medio de la acción (aprender haciendo), una idea que ya habíamos tratado como uno de los puntos fundamentales destacados por el MCERL.
Este modelo es interesante no solo porque permite que el alumno genere su propio conocimiento al tener que enfrentarse a retos, sino también porque esta forma de trabajar permite fomentar otras habilidades como el trabajo en equipo, la cooperación, la escucha activa, las habilidades comunicativas, la comunicación no verbal, etc.
Pongamos un ejemplo de aprendizaje en proyectos para ver cómo nos permitiría trabajar con los alumnos. En nuestro caso, lengua extranjera inglés, vamos a proponerles a los alumnos que conozcan mejor el Reino Unido. Para ello formaremos grupos de alumnos que se dedican a áreas específicas, así se abordarán distintos aspectos de la realidad cultural del Reino Unido de forma transversal. Por ejemplo: desde el punto de vista histórico, geográfico, cultural, literario, de las ciencias sociales, musical, etc. Cada grupo de alumnos trabajará en los temas que más le interesen, de forma que lograremos aumentar su motivación. Además, como el trabajo de documentación será realizado a partir de diferentes fuentes, aprenderán a ser críticos y a buscar información veraz, algo que nos parece de especial importancia en la era de la infoxicación (sobrecarga de información difícil de procesar).
Una vez que los alumnos han reunido la información, ellos mismos crearán sus propios manuales, así logramos un aprendizaje participativo que además fomenta la responsabilidad y la independencia (Fanjul, 2017). Los alumnos presentarán sus trabajos a sus compañeros, en forma de presentación interactiva, en la que pueden incluir mapas conceptuales, imágenes, vídeos, enlaces a páginas web, etc. De la forma que les resulte más atractiva, que mejor se adapte a los contenidos que quieren transmitir y que más les motive.
Por nuestra parte, como docentes, tendríamos la posibilidad de añadir alicientes motivadores a este proyecto, como hacer que a partir del mismo elijan el lugar de viaje de fin de curso. De esta forma, cada grupo estaría más motivado para intentar convencer a los compañeros de que su opción es la mejor. Esto además nos daría la posibilidad de generar un debate en clase, una tarea de expresión oral altamente comunicativa y de gran motivación, ya que se trata de tomar una decisión que afectará a su vida real.
Para evaluar este proyecto elaboraríamos una rúbrica en la que nos centraríamos en valorar qué es lo que el alumno ha aprendido y qué es lo que debe mejorar, para lo que nos centraríamos en los siguientes aspectos:
• Presentación: apariencia atractiva y cuidada, donde demuestren su interés y su afán por convencer a sus compañeros.
• Expresión oral: valoraremos la soltura y fluidez en el habla. Nos fijaremos más en que sean capaces de transmitir lo que piensan y no tanto en que lo hagan sin errores. Lo que importa es la comunicación.
• Gramática: los textos no deben presentar faltas de ortografía y deben ser gramaticalmente correctos.
• Vocabulario: debe estar adaptado a los contenidos y debe resultar atractivo para lograr más interés por el concepto descrito.
• Participación: observaremos la participación de cada elemento del grupo, su disposición en la exposición, aporte de ideas, colaboración.
Presentaríamos esta rúbrica a los alumnos, para que tuviesen visibles los objetivos y lo que tienen que conseguir para poder contrastar tus logros y establecer sus propios planes de mejora.
No obstante, este modelo plantea dificultades, ya que no podemos obviar que es obligatorio impartir todos los contenidos del currículo y no es fácil hacer encajar todas las enseñanzas con el aprendizaje por proyectos. Por este motivo, el modelo exige más implicación de los docentes y supone un reto también para el profesor que necesitará del apoyo del claustro y del centro.
En conclusión, gracias al aprendizaje basado en proyecto podremos llegar a nuestros estudiantes desde la manera que aprenden y no tanto desde la manera que nosotros enseñamos. Podremos ofrecerles los contenidos del currículum por medio de tareas motivadoras, participativas que fomenten su interés, la colaboración y la cooperación en el aula. También nos permite trabajar la enseñanza basada en competencias, desarrollando las habilidades necesarias para la resolución de tareas diarias, y no se limitarán solo al desarrollo de competencias lingüísticas, de forma que les ayudaremos a formarse como estudiantes y como personas.
Referencias:
• Consejo de Europa: Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas. (2002)Madrid: Anaya. Recuperado de: http://cvc.cervantes.es/obref/marco/ (español) y también disponible en: http://www.culture2.coe.int/portfolio/documents_intro/common_framework.html (inglés)
• Fanjul, S.C. (13 de marzo de 2017), Así es el aprendizaje por proyectos que revoluciona las escuelas, El País. Recuperado de: https://elpais.com/economia/2017/03/12/actualidad/1489333447_073406.html
• Fernandez, S. (10 de junio de 2016), Aprendizaje Basado en Proyectos. El qué, el cómo y la evaluación, Educación 3.0. Recuperado de: http://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/aprendizaje-basado-proyectos-la-evaluacion/36839.html
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